domingo, 3 de agosto de 2014

Frágil, léase con cuidado.

Conozco demasiado bien ese sentimiento de destrucción. Eso que se siente cuando oyes algo que no necesitabas saber, y es como si algo se rompiese dentro.
O cuando lees mensajes antiguos y sientes que te están golpeando con un bate de béisbol en el pecho con la intención de romperte el corazón.
Pues el sentimiento de autodestrucción es mucho más destructivo aún. Es jodido, es tan jodido que hay veces en las que pienso que preferiría no sentir nada a sentir eso, y lo peor de todo es que lo provoco yo.
Mis amigos lo llaman: ''El chico que te destruye''. Pero no, a mi nadie me destruye. Me destrozo yo a mi misma, al parecer algo en mi interior disfruta con ello, porque mientras me rompen el corazón, pienso: ''volvería a hacerlo''.
Él no es el chico que me destruye. Es el cabrón, consciente de mi sufrimiento pero inmune a él, y al cual le encanta que me destruya. 
Aunque la verdad es que, en esas noches interminables en las que miro al techo esperando a que amanezca, (como si eso fuese a salvarme de algo) me doy cuenta de que estoy harta de esta mierda. Y de que no sé cuánto voy a aguantar que siempre, siempre sea y pase lo mismo. Pido una tregua, a Dios, al destino, al karma, o a mi misma, pido una tregua, y poder amarte sin miedo de lo que tú sientas, porque este sentimiento es horrible, porque te quiero y no puedo.



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