lunes, 5 de diciembre de 2016

Punto.

Estoy triste porque llevo mucho tiempo intentando proteger a alguien que no es feliz a mi lado.
Estoy triste porque todos están tristes, aunque yo envidie su suerte.
Estoy triste porque a veces pienso de verdad que, haga lo que haga en la vida, ella quiere llevarme la contraria y se burla de mi.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Siempre.

Lanza un suspiro a un insondable vacío, y se deja caer en un precipicio de tormenta.
Cierra los ojos y siente el dolor, en el fondo siente que se lo merece, su exterior intenta demostrar indiferencia.
Cae, y siente el dolor. 
Él es el amor de mi vida.
Él es el amor de mí, ¿cómo puedo ayudarle?
Cae, a más velocidad. Vacío. Dolor. Soledad.
Él es mi numen, ni justo ni misericordioso, de los amores no correspondidos, ¿si le sostengo al vuelo, le parto en dos?
Sigue cayendo. Abre los ojos. Me mira.
Yo estoy ahí y también tengo miedo. Ojalá supiera que quiero quedarme con él hasta el final.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Nunca lo olvidaré

Nunca nadie se siente igual después de que le rompan el corazón. 
Yo siempre he dicho que a mi nunca me lo han roto, pero lo han intentado, y eso también hace mucho daño. Que intenten romperte el corazón es doloroso, pero una vez ya destrozado, ¿qué más da? ya está roto, no tiene arreglo, no hay nada por lo que ahora puedas luchar, ¿qué más da...?
Cada día me comparo a mi misma con mi estúpida yo de 16 años, porque sigo siendo igual: me encanta atarme a cosas imposibles. 
Qué rabia me da que tú tampoco fueses diferente... dime, ¿dentro de un año me hablarás, sintiéndote culpable, destrozado por otros motivos?
Explícame, ¿qué sentido tiene pedirme perdón por no quererme? eso me es irrelevante, como si no estuviese acostumbrada. Lo único que me desgarra el alma todas las noches es pensar que tú y yo antes éramos uno, yo te sentía cerca, de verdad, te sentía a mi lado, te creía a ciegas, eras algo mágico y resplandeciente, allí, lejos... Una recta que se cruzaba en mi camino.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Muy corta y tal vez demasiado personal.


Es la una de la madrugada, me muero de sueño y no puedo dormir.
Tengo un nudo en el estómago que me lo impide, y me empieza a parecer que está formado por la falta de libertad, por tanta igualdad consecutiva, por culpa de la maldita rutina.
Me gustaría ser como soy, y tengo ganas de serlo.
Pero ¿por qué no lo hago?
Porque, en primer lugar, en este lugar nadie me respeta. O por lo menos no recibo el dichoso respeto de quien quiero recibirlo.
En segundo lugar, porque no existe la comprensión hacia mí. Si existiera mi mundo sería completamente distinto. 
Por muy penoso que suene, en este momento mi gran punto de apoyo y distracción son los libros.
Libros que leo una y otra vez, historias que son como ésta rutina: un círculo del que intentas salir, a pesar de saber que si sigues la línea, es imposible.
Que la única manera de salir es dejando el camino.

martes, 23 de agosto de 2016

Atentamente dedicado a ti.

Finales del siglo XVII, tierras Escocesas, castillos, reyes, príncipes y princesas.
Esa era solo una parte de Laslán, una pequeña ciudad de Escocia que Bianca conocía.
Mirando por su ventana, mientras su madre y sus dos tías le peinaban el cabello rizado y cobrizo con infinito cuidado, ella veía más allá que todos los demás que miraban a través el paisaje.
Veía árboles y montes, ríos lejanos, oía las historias que susurraban los duendes que vivían en ellos, los cantos de las ninfas en los arroyos y grandes lagos, el crepitar de la madera de cada una de las hogueras que encendían las hadas para convocar a las estaciones del año...
Esa había sido la Bianca de siempre, pero algo había cambiado, ahora quería compartir esos sueños, esas ilusiones de niña en cuerpo de adolescente.
Cada vez que Bianca miraba por la ventana, deseando caminar por todos esos montes, tocar cada árbol y beber de cada arroyo, se imaginaba junto a una sonrisa perfecta, unos brazos fuertes, unas manos suaves, un cabello rojo como el fuego, tras el cual siempre se veían unos ojos sonrientes, del color de los castaños, unos ojos risueños, cálidos, y tan solo podía verle contadas épocas del año: en fiestas, cuando sus mayores estaban despistados, recibían visitas y no se preocupaban tanto por ella, entonces tenía ratos libres en los que podía escaparse de ese gran castillo que la tenía prisionera, e ir a dar una vuelta a través del bosque y sus senderos, con aquel chico que montaba a caballo.
Galopaban sobre todos los montes del bosque, entre cada árbol y arbusto, observando todos los animales y descansando en la orilla de cada uno de los riachuelos.
Galopaban hasta una torre abandonada entre las profundidades del bosque, y pasaban allí horas, soñando el uno con los sueños del otro.
Ella le contaba sus problemas y él le contaba sus historias, sus leyendas, y cada uno de los cuentos que leía y memorizaba para olvidarse de todo cada vez que pasaba por un momento amargo.
Él tenía una vida difícil, mucho más difícil y retorcida de la que tenía Bianca, y ella lo sabía. Pero no porque él se lo hubiese dicho, él jamás lo mencionó. Pero ella lo sabía.
Se notaba en su mirada.
Por eso ella le valoraba, le admiraba y le amaba.
Por eso, cada noche, a las doce en punto, bajaba las escaleras del castillo, salía de él y se adentraba unos pasos en el bosque, hasta llegar al arroyo más cercano, el arroyo preferido de ambos, y jugaba con el agua entre sus dedos, sabiendo que, unos kilómetros más allá, en un pueblo de gente pobre y humilde por donde también pasaba éste, él también estaría tocando esas mismas aguas, a esa misma hora, y llevándole hasta ella la magia de las historias que no podía contarle, por la distancia.

lunes, 6 de junio de 2016

Si no está bien, no es el final.

Cómo me gustaría a veces tener fe ciega en que todo va a salir bien. Me gustaría ser ingenua y pensarlo. O ser realista.
Me gustaría ser valiente. Me gustaría poder afrontar de cara a todas las personas que me hacen daño, a todas las situaciones, me gustaría que todo saliese bien. 
Ya ni siquiera sé si me gustaría tener a alguien a mi lado para apoyarme, ni siquiera sé si quiero a alguien caído del cielo para que me haga ver que no todo es tan negro, ni tan azul. Ya no sé si le quiero.
Me intento inspirar a mi misma con frases, pegándolas por distintos lugares de mi vida, intentando que me despierten por las mañanas con un empujoncito de viento y lluvia... Pero no siempre es así. Los días son mediocres porque vivo en la incertidumbre, porque no sé lo que quiero, porque me falta algo.
Mis días son mediocres porque no quiero irme lejos, pero tampoco estar aquí.
Mis días son mediocres porque no sé qué va a ser de mi vida, porque siento que he perdido hace tiempo, y también el tiempo, y porque, cuando empiezo a sentirme mal, pienso en que alguien puede estar peor, y que soy egoísta.
Y no me malinterpretéis, pensar eso suele ser motivador, pero no lo es tanto cuando conoces a la persona en cuestión y no puedes hacer nada por ella. No puedes hacer nada por ella porque no te deja.
Porque no sabe que la quieres.

sábado, 21 de mayo de 2016

Lo siento.

Cuántas veces habré soñado con estar a tu lado, y si no es a tu lado, un poco más cerca. Solo quería estar un poco más cerca... "a quince minutos", como dijiste una vez.
Cómo duele haber sido tu decepción, no haber cumplido tus expectativas, no haber sido como tú esperabas y no haber tenido el enorme placer de salvarte.
Cómo duele que nunca vayas a saber nada de esto, y que, a pesar de todo, el destino no lo haya querido. Cómo duele que a la vida no le gustásemos juntos, cómo quema este consuelo.
Ya no sirve de nada pensar en ti a todas horas, en cómo sería mirarte a los ojos, o abrazarte. Ni en tu olor, tu piel, tus manos. No sirve de nada ilusionarse en vano. Nunca tendré nada de eso, porque de otra, serás de otra... como antes de mis besos.
Tu voz, tu cuerpo claro, tus ojos infinitos.

domingo, 15 de mayo de 2016

Todo está teñido de rojo.

Muchas veces pienso que nada de lo que hacemos tiene sentido. Que no hay un destino ni un por qué, que las cosas no son por algo, que alguien nos espía desde algún sitio y dice "a ver dónde se piensan que están y para qué", mientras se sienta a mirar nuestro ridículo espectáculo. 
Todo eso del amor de nuestra vida, el hilo rojo del destino, las cosas que pasan por algo, las cosas que pasan "porque tienen que pasar", etc. Todo eso. Todo eso es una mentira barata que nos venden porque les conviene. Porque es mejor tenernos distraídos pensando que el alma gemela existe, y buscando nuestro destino, que tenernos a todos haciendo lo que nos de la gana porque, sencillamente, esto no tiene ningún sentido.



domingo, 8 de mayo de 2016

No quiero.

Otra vez me quedaré con las ganas de besarte, de tocarte, de mirarte a los ojos.
Déjame hacerlo, porque nunca lo he hecho, déjame intentarlo, porque solamente voy a vivir una vez. Déjame hablarte, háblame, cuéntame... sólo quiero amarte. 
¿Por qué amo tanto? ¿Por qué tengo estas malditas ganas de amar? ¿Es que alguna vez me han traído algo bueno? 
Siempre es dolor y sensaciones amargas, y cansadas, y abatidas, y cuando todo eso termina se convierte en un "bueno, al menos te amé esa vez". 
¿Vale la pena? 

miércoles, 4 de mayo de 2016

Ojalá pudieses leer esto.

Supongo que alguna vez te habrá pasado eso de querer tanto a alguien que te da igual que no esté contigo mientras esté bien.
La verdad es que no sé por qué te quise tanto, no sé qué hiciste, no qué se me metió en la cabeza, pero, aunque ya no sienta lo mismo de antes, se me hace un nudo el corazón si me acuerdo de tu voz.
Eras buena persona. Y yo siempre pensando que eras tan malo e intentando justificarme con ello... Pero supongo que fue mi manera de soportar el dolor.
A lo mejor ni siquiera debería estar escribiendo esto, ya ha pasado mucho tiempo. Pero es que yo no puedo olvidarte. 
Y no me malinterpretes, no lloro por ti, no sufro, no tengo ganas de hablarte ni de que reaparezcas en mi vida. (O tal vez sí, aunque querer no significa necesitar) 
Pero me acuerdo de ti. Me acuerdo de esa noche, bajo las estrellas, y me acuerdo de tu tranquilidad. Recuerdo que cuando me cogiste de la mano, y yo bajé la cabeza para ver nuestras manos entrelazadas, me sentí por primera vez en paz. En toda mi vida. Eso puedo jurarlo. Y esos sentimientos a veces quieren volver, y se acuerdan de ti... pero no, no es correcto. 
Y podría seguir escribiendo, pero no es necesario cuando te lo puedo decir todo de otra manera.




martes, 12 de abril de 2016

Constelación.

Recuerdo aquella noche estrellada perfectamente. 
Yo estaba segura, por primera vez en mi vida, y tú feliz y con ganas.
Yo estaba segura.
Me acuerdo del momento en el que apoyé mi cabeza en tus piernas y miré hacia las estrellas, me acuerdo de lo que sentí. Recuerdo que guardé ese momento en lo más profundo de mi corazón.
Siempre supe que eso no saldría bien, pero jamás pensé que saldría tan mal. No pude ver el futuro, no pude verme a mi misma sola, perdida en una ciudad enorme sin sentir nada a parte de soledad. Lejos habían quedado aquellas estrellas. 
Y lejos, más lejos que nunca, estabas tú. Tú, alguien diferente. Alguien que abrazaba por las noches a otra chica que también miraba las estrellas. Alguien que ya no era mi amigo, mi compañero, mi estrella, ni nada. 
Estaba segura.